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miércoles, 24 de julio de 2019

HEMEROTECA JAM MONTOYA


ORACIÓN TRANSCRITA DE UN AUDIO DE JAM MONTOYA

"Me desangro de tiempo y rencor,
por tantas noches malgastadas en preces
de arrepentimientos rezados a un vacío.
Me redime y también me martiriza
el pensamiento cruel de lo que he sido,
la herencia rancia de la religiosidad
de mi madre y ésta de la suya.
Pero no hay consuelo,
como no se puede esperar caricias
de un cuerpo esculpido en mármol."


Vídeo: CAMINANDO CON ELLA

El fotógrafo de la carne y el gemido: 
J.A.M Montoya

Carmen Reja Guisado
24/01/2013

“Nauseabundo”, “escatológico”, “pornográfico”, “herético”, “diabólico”, fueron los adjetivos que acompañaron la aparición del catálogo Sanctorum en el pasado 2003. Cuatro años más tarde, fue impuesta una querella contra José Antonio Moreno Montoya por un delito “contra los sentimientos religiosos”, tipificado en el artículo 525.1 del Código Penal.


El último deseo Obumbrabit

"Et respondens angelus dixit ei Spiritus Sanctus superveniet in te et virtus Altissimi obumbrabit tibi ideoque et quod nascetur sanctum vocabitur Filius Dei"
“Nadie es profeta es su tierra”, dice el refranero. En nuestra mano está que la capacidad creadora no se vea castrada o catapultada fuera de nuestras fronteras (como ya sucedió al pintor Juan Barjola), por la ignorancia de algunos y el sometimiento de otros.

Pensamiento Crítico se deja seducir por el genio, busca adoptar la mirada de JAM Montoya, para conocer a la persona que hay detrás de un objetivo que perfila sentimientos como el dolor, la soledad y la agonía que, mimetizados con el sexo, despiertan en el espectador aquello que creía dormido.

Si sentimos la imperiosa necesidad de describir con palabras algo que se escapa a lo material, a la cotidianeidad de los objetos, algo que nos arranque algo más que la piel, que nos despedace hasta casi dejarnos moribundos, es más que posible que nos encontremos frente a la obra de JAM Montoya.

Nacido en Extremadura, y con absoluto convencimiento de querer ser fotógrafo con apenas dieciséis años, declara esta disciplina artística como “el sentido de su vida”. Un sentido que, lamentablemente, no ha calado en su tierra (Badajoz), provocando al autor un sentimiento agridulce.

Para Montoya, la fotografía se convierte en una “terapia existencial”. Cuando no hace fotos, está “jodido”; en cambio, si las realiza, describe su vida como “un nirvana permanente”.




Jam montoya

La provocación o la mera intención de ganar dinero se desechan como impulsoras de la obra de este fotógrafo. Este, asume con total impunidad que su destino es el de “hacer fotografía”. La pasión toma el protagonismo cuando se dedica a crear, alejándose de la definición que los mortales tienen de “trabajo.

Es el “arte por el arte”, tal y como predicaba Wassily Kandinsky (Moscú, 1886- 1944). Es amar sin esperar a ser correspondido, es estar dispuesto a renunciar a otros pilares de igual importancia en su vida.

No hay hueco para las casualidades cuando tenemos una meta. En la trayectoria de JAM, esta meta es clara y rotunda, como los son sus cuerpos abandonados a la obviedad del ser, caprichosos, crudos, casi palpables.




Blandy Blub




Lo que esconde el mundo

Hace hoy 10 años que Sanctorum (2003) vio la luz. Nos referimos a una colección de imágenes en blanco y negro, claro contenido sexual e iconografía religiosa. Unas fotografías evocadoras, radiantes, limpias, que se clavan en la mente del espectador levantando sentimientos que a veces no puede nombrar, que no tienen etiqueta.

Para muchos, esta serie se convirtió en la excusa perfecta para hacer correr ríos de tinta. Cometieron el grave error de confundir arte con intereses políticos, o religiosos, y el fanatismo enfermizo de unos cuantos, sirvió para que Montoya no ame su ciudad en presente, sino en pasado, cada vez que recuerda lo tristemente acontecido.

JAM Montoya es mucho más que Sanctorum, y poco le importa si le recuerdan por eso.Sanctorum es solo una nimia parte de lo que es capaz este fotógrafo cárnico, como él mismo defiende.


Salomé El Santo distraído

Para valorar la obra de Montoya tenemos que estar dispuestos a sentir. A mirar con los ojos del corazón. A ser honestos con aquello que nos hace humanos e imperfectos.

La sexualidad se convierte en eje principal de la obra. Una sexualidad despojada de tabúes, que muestra al individuo en un modo que va más allá de lo permitido en nuestra sociedad. Para algunos, una sociedad aborregada en cuanto a cultura visual, que engulle sin criterio y con sumisión. Lo anodino, esmirriado y falto de sentido abduce sin compasión, alejándose de los cánones clásicos de belleza. Montoya expresa su descontento con esta forma de vivir el arte, de sentirlo. Nadie conecta porque a nadie le importa, “se comen lo que les echen”, manifiesta.




Hot Dog

Siempre, entre bambalinas, otra de sus pasiones: la música, que sacrificó para dedicarse en cuerpo y alma a la disciplina fotográfica. La música como vehículo que transporta todo sentir, ajeno a la superficie del papel. Su trabajo no recuerda a una pieza musical concreta, pero si logra evocarnos ciertas melodías, a menudo con ritmo de jazz.

La finalidad en el proceso creativo no es otra que la de sorprenderse a sí mismo. Si esto no sucede, no alcanzará a nadie más. Para ello, es necesario concebir el arte “no desde el corazón, sino desde las tripas”, como él mismo afirma.

Este punto de partida se torna inviolable para no adulterar el juego artístico. Pone de manifiesto la evolución pictórica de maestros como Picasso o Mondrian, y reconoce la honestidad de quienes no se conforman con repetir un patrón establecido.

Asimismo, repudia la falta de ética de aquella fotografía enlatada que solo responde a estímulos económicos y se acompaña de cobardía, al no atreverse a plantear una estética que, quizás, no tenga cabida en el mercado.

“El arte no sirve para nada. El arte, para lo único que sirve es para esa parte espiritual que todos tenemos y que casi nadie cultiva”. Para Montoya, desde el inicio del proceso creativo es una catarsis emocional que embriaga a la hora de escoger una colección y trabajar en ella, explicando la posibilidad de crear con las limitaciones que los hombres podamos llegar a tener y valora esta experiencia.





El alarido,transmutación después de Bellmer y Bacon La noche

La dicotomía entre analógico y digital es otro de los eslabones que conforman el proceso de creación de Montoya. Su experiencia en el positivado le ha dotado de importantes reconocimientos en el mundo de la fotografía. En países como Alemania, no se lo piensan dos veces a la hora de valorar la escala tonal de JAM Montoya. Tanto es así, que se ha convertido en el único fotógrafo español cuyo trabajo aparecerá en la última publicación de Fotografía Internacional de la editorial alemana FeierabendUniqueBooks.




Rosario Cruz

Muchas son las cualidades que el fotógrafo de personas tiene que reunir si lo que en realidad busca es arañar la conciencia del que observa. Montoya lo describe como un “don”, que se canaliza en el trato con aquel que decide formar parte de este universo visual.

Su “Serie Negra” (1990), donde encontramos cuerpos en actitud de defecar, surgió como consecuencia del hastío que el artista sentía a su regreso de Barcelona. Expresa en su discurso una especie de locura transitoria, al sugerir a las personas que formaron parte de este trabajo que se mostraran no solo en cuerpo sino en alma, para la toma de estas imágenes. Plantea una crítica mordaz y sin tapujos a las pautas impuestas por lo que se considera “bello” en la sociedad de consumo.

Dos años después de su última colección “Acciones” (2010), el artista ha madurado las ideas de su próximo trabajo, del que aún no hay muchos datos, pero del que defiende que será algo novedoso, y que, de no ser así, cesaría en el intento.



Acciones

Fotos cedidas por el artista.

El texto y las imágenes publicados pertenecen a la Revista Pensamiento Crítico, que autoriza su difusión siempre que se especifique la procedencia de estos contenidos.
































sábado, 20 de julio de 2019

lunes, 1 de julio de 2019

ALEJANDRO Y PEDRO














Fotos: Bárbara Taracena Cobo