El Big Ban de la imagen
(Poema
fotográfico)
Al
principio existían las tinieblas, la noche,
la negritud.
La
luz irrumpió en la retina del mundo y nacieron las imágenes.
Sin
la luz el imperio de la nada, se cernía sobre las alturas y profundidades
abismales.
La
llegada de la luz anunció la presencia del ser
y su ausencia, el no ser de las cosas.
El
blanco y negro de la percepción de la existencia.
Los
colores llegaron más tarde.
Cuando
la mirada se asomó a la vida, contempló la génesis de su entorno.
El
Big Ban de la imagen, la magna explosión, el gran parto, el fin de la oscura preñez.
El
hombre no se conformó con ver, ansió mirar.
Y
persiguió con su mirada la imagen, hasta atraparla.
Cual
cazador furtivo, no cejó hasta hacerla suya.
Había
que provocar su vanidad y mostrarle un espejo, como la luna refleja su luz en
el lago de la noche.
Cual
abeja engolfada en la miel, fijó su figura, presa de su propia imagen.
Como
un amante poseso, quiso repetir el yo de su amada como espejo roto en infinitos
pedazos.
“En
el azogue del espejo familiar, la imagen del niño quedará guardada para siempre
en brazos de Narciso”.
Narciso
enamorado de sí mismo, ansiará contemplar su figura eternamente.
En
aguas cristalinas y en cuerpos opacos, traslúcidos o transparentes.
“El
río en el que nadie se baña dos veces, según Heráclito, está formado por todos
los espejos en los que uno se ha mirado a lo largo de la vida”.
La
luz se deja acariciar, arrullar,
enamorar y es cómplice de la
libertad y siempre nos vuelca la
verdad.
Los
seres fecundados por la luz, nos devuelven el mundo hecho imágenes.
“Envejeciendo
en los sucesivos espejos, como si se reflejara en río de azogue que nos
atraviesa”.
Imágenes
virtuales, tangibles a la mirada.
Albergadas
en memorias no siempre humanas, pueden ser vistas y contempladas.
El
Génesis de la fotografía es la historia de la creación de la imagen.
Una
historia de amor, de libertad y también de trasgresión.
Ave
en celo en pos de su presa.
El
ser enamorado en busca de la posesión del ser amando.
El
cazador que no perdona consumar su pasión.
Atrapando
la luz en su cuarto oscuro para henchirla.
La
fotografía es buscar la complicidad entre el Arco Iris y La Luna.
Una
explosión de luz que irrumpe en un caos, plenitud de tinieblas.
La
historia de la fotografía es como el río de Heráclito.
En
él nadie se baña dos veces y sin embargo, la imagen permanece en el caudal de
sus espejos.
Pedro Taracena Gil
Nota: Las frases entrecomilladas
son de Manuel Vicent, de su trabajo Espejos.
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