EL DAVID DE MIGUEL ÁNGEL
EL RENACIMIENTO Y EL TALLER DE RETRATERÍA
El Quattrocento fue un movimiento de
renovación de valores que venían imperando desde el Medievo, ocurrido en Italia llegando a España un siglo más tarde. El
Renacimiento desplazó a Dios como
creador y rey del cielo y la tierra;
situando al Hombre como el centro del universo.
El mundo comenzó a regirse por la razón y no por la fe.
El Renacimiento se basaba en tres
pilares que sustentaban la nueva forma de contemplar la Humanidad: 1 º El uso
de la razón volviendo la mirada hacia el mundo de los CLÁSICOS de Grecia y
Roma. 2º Cultivando disciplinas que dieron lugar al HUMANISMO y como 3º pilar
vivir conforma a la NATURALEZA según habían preconizado
los estoicos.
La Fotografía irrumpió a finales del
siglo XIX y comenzó imitando a los
pintores en el paisaje (Pictorialismo) y con el retrato consiguiendo improntas
realistas de personas, y de ahí que a los nuevos
fotógrafos se les llamó con el genérico de retratistas. La denominación de Taller de Retratería reivindica el trabajo de los antiguos artesanos agrupados en un
mismo gremio. El retrato ya no era exclusivo trabajo de pintores y escultores,
las cámaras fotográficas tomaban imágenes que
tratadas en un laboratorio químico lograba
revelar sobre un papel emulsionado el retrato de una persona.
Esta sesión fotográfica pretende
ensamblar las pautas del Renacimiento y la consecución de un retrato, pero rompiendo con el encorsetado de
un plató secuestrado por las imposiciones del Marketing, la
Moda y la Publicidad. En principio el concepto abstracto de la estética, es preciso permutarlo por el
concepto más concreto y
preciso de la sensualidad.. La
espiritualidad patrimonio del ser humano tendente a ensamblarse con una deidad,
al contemplarlo bajo un prisma humanístico, esa espiritualidad hay que hallarla en el interior de cuerpo de
la persona. Consumación de la percepción de los cinco sentidos.
La sesión fotográfica así concebida se convierte en un taller, donde los fotógrafos tienen como objetivo reconocer la humanidad del
retratado; creando un ambiente basado en la libertad, el respeto y la
complicidad. Y en segundo lugar conseguir que el que posa ante el retratista
aumente su nivel de auto estima. Si además esta sesión se desarrolla
en un marco naturista o nudista, el cuerpo humano se presenta para ser
reproducido consiguiendo las más auténticas de las expresiones. Una sesión basada en los valores del Renacimiento logra
atrapar en una cámara, la
naturaleza del cuerpo expresión de su humanismo y sensualidad. Más
aún, sexualidad, erotismo y hasta cualquier grado de pornografía. Valores
siempre renacentistas y positivos.
El retrato es la faceta más humana de la fotografía. No en balde se comenzó, valiéndose de una cámara fotográfica, haciendo las primeras fotografías a las personas. El retrato así entendido nada tiene que ver con las leyes
mercantilistas que imperar en el mundo del Marketing y la Publicidad. En los
estudios fotográficos se trabaja
con personas que se ocultan detrás de una máscara y un disfraz. El retrato que se persigue en una
sesión fotográfica amateur, es decir, realizada por un fotógrafo amante del retrato, es capturar las imágenes más realistas del modelo, bien sea mujer u hombre. Una sesión donde es imperativo crear un clima de confianza y
complicidad entre quien retrata y el retratado. Rompiendo con el paradigma de
que el rol de fotógrafo era
atribuido a los hombres y el rol de modelo a las mujeres. Aunque esta
discriminación está evolucionando aún permanecen estos esquemas de manifiesta desigualdad. El tópico se consuma en nuestros días cuando en el currículum de un curso de fotografía, se incluye fotografiar el desnudo. La inercia se hace presente
cuando son siempre las mujeres las que se desnudan como única respuesta didáctica y pedagógica.
El montaje de una sesión fotográfica amateur debe alcanzar como único objetivo el sacar el mejor de los retratos. Es algo muy serio,
aunque su realización sea amena y divertida.
La imagen personal es sagrada y no se puede contravenir la voluntad de la
persona retratada y mucho menos utilizarla para el mercantilismo criminal y el
chantaje. En este breve ensayo no me ocuparé del atrezzo, de la iluminación, de la puesta en escena en interiores y exteriores;
dejando el vestuario para el modelo o la modelo. Aunque sí es preciso hacer hincapié en el clima de confianza y
de complicidad necesario para captar la imagen más sosegada y expresiva.
Lejos de huir de tópicos como el narcisismo, el exhibicionismo o el
voyerismo, me permito traerlos a esta sesión de fotografía, precedidos por
el signo más (+). Es
decir, como valores positivos ausentes
de prejuicios y complejos, mientras un facultativo no defina estas emociones o
comportamientos como patológicos. Una sesión fotográfica debe conjugar todos los recursos a su alcance, para potenciar y
elevar la autoestima del modelo si fuera preciso.
.La primera lección que se puede obtener de la fiebre del selfie, es la necesidad que muchos
tenemos de hacernos autorretratos. Las Redes Sociales están llenas de retratos realizados sin otra ayuda que
las acrobacias que en ocasiones hay que hacer para hacerse un selfie. Estas personas están ávidas de que
alguien les preste su mirada y sus manos para hacerse el retrato más deseado y la toma más difícil.
Tranquilamente y concentrado en la pose más deseada y oportuna.
Quien retrata debe concertar con el
retratado que a través de las diferentes secuencias, ambos van en busca del
Narciso que todos llevamos dentro. Sin
consideraciones cualitativas. El grado de narcisismo tiene relación con el nivel de autoestima. En la medida que cada
persona se reconozca, se admita y se quiera, dejará que los demás se acerquen y le muestren su cariño.
Otro aspecto sobre la imagen personal es
el exhibicionismo. En general en mayor o menor medida todos deseamos ser
admirados. Nos aseamos y arreglamos porque deseamos caer bien a los demás. El exhibicionismo es patológico cuando el público objetivo que se elige no comparte el mismo espacio de
privacidad, oportunidad, respeto y libertad. Pero mirarse al espejo para
contemplar su alter ego, es positivo
y estimulante para nuestra auto aceptación.
El voyerismo, más conocido en nuestro idioma tradicional como el mirón, tampoco en sí mismo es negativo. Del mismo modo que nos gusta ser
admirados, también nos gusta mirar y admirar lo agradable de las imágenes que se nos presentan ante nuestra presencia. Es
evidente que si el conseguir mirar a otra persona sus encantos personales,
violando su privacidad y forzando una rendija por donde entra nuestra
curiosidad, es verdad que también nos acompaña un comportamiento sino patológico de entrada poco ético. Pero reconocer al Narciso que a todos nos
acompaña en nuestra vida, exhibir con toda naturalidad nuestros
encantos, y mirar compartiendo los encantos de los otros, en régimen de igualdad,
es natural y saludable.
Para que el reportaje resulte completo el
modelo debe hacerse todas las fotos que con total libertad decida, y después realizar
un discernimiento de con quien compartirá tales o cuales fotos. El nivel de privacidad lo acota la persona
retratada, aunque haya permitido al fotógrafo hacer un reportaje total y sin censura previa.
EL DESNUDO
Hacer un reportaje donde se incluya el
desnudo, solamente se obtiene después de haber creado un clima de confianza,
libertad, respeto y complicidad. El retratista debe utilizar todos los recursos
posibles para cubrir la desnudez del
modelo, que se ve herido por la agresividad del objetivo auténtico ladrón de sus imágenes más íntimas.
Para conseguir la confianza y la
seguridad tanto en el proceso como en el resultado final, es aconsejable
ofrecer al retratado dos alternativas. Que el fotógrafo utilice la cámara del modelo y
que ambos compartan la desnudez durante el desarrollo de la sesión. Concordancia donde es preciso conjugar el grado de
complejos y prejuicios que ambos están dispuestos a compartir.
EL AGUA
Las secuencias de la sesión deben de seguir un proceso que vaya disipando
tensiones y sosegando el estado de ánimo y de implicación por parte de
ambos. Si desde el principio se aborda el desnudo como parte del reportaje, las
primeras tomas deben de ser cobijando al modelo bajo el agua. Así los primeros planos del rostro evitan el rigor de la
novedad. Bajo el agua las tomas pueden ser desnudo, semidesnudo o vestido con
ropa que al mojarse traslucen el cuerpo marcando sus diversas formas.
EL ÓLEO
Una vez concluido el baño, el modelo podría ser estimulado con algún aceite aromático con un
ejercicio de reconocimiento que aumentara su auto estima. No se trataría de un masaje terapéutico. Habría que considerarlo como las caricias que el alfarero
utiliza para modelar sus orzas y jofainas. El retratado con un antifaz se
concentraría en ese mismo
modelaje interiorizándolo en su
propio cuerpo. El fotógrafo evitaría cualquier molestia que sus manos pudieran ocasionar
al modelo. Ya sin antifaz se abordarían todas las tomas del desnudo. En la medida que el modelo vaya
contagiándose del ambiente propiciado, el fotógrafo captará las expresiones de su rostro estimulando todo aquello que le advierta
de que sus gestos obedecen a su mayor naturalidad. Una música relajante y una continua y desenfadada
conversación favorecerán el desarrollo de la sesión.
SENSUALIDAD, SEXUALIDAD, EROTISMO…
Antes de pasar al apartado correspondiente
al vestuario elegido por el modelo, es preciso hacer una anotación para que esta sesión dé muestras de atípica, si hasta ahora no había dado muestras de ello. La concordancia entre el
hacedor del reportaje y el retratado puede haber creado una dinámica que se desarrolle en varios niveles: Planos
donde se evidencie una sensualidad natural. Enriquecerse con una remarcada
sexualidad. También el reportaje podrís marcar de forma más acusada una
variante erótica y hasta una
explícita pornografía. Las líneas divisorias
de estas secuencias son totalmente subjetivas y es el modelo quien marcará la línea de privacidad
y los espacios para compartir, puesto que él se queda con su cámara y sus fotos.
PRIMEROS PLANOS
Es preciso remarcar que los primeros
planos del rostro deben de tonarse al final, porque es el momento en que el
modelo está más identificado con el fotógrafo y establecen una gran diferencia con las fotos
que se realizan al comienzo de la sesión.
VALORACIÓN FINAL
Una sesión fotográfica planteada
con estas líneas generales,
tiene más de terapia de autoestima y autoreconocimiento que
un simple álbum de fotos. En
los años en que fui miembro de la Real Sociedad Fotográfica tuve la oportunidad de encontrar maestros del
retrato que montaron cursos y sesiones con un objetivo psicológico más que fotográfico. El título de uno de eso cursos era así de ilustrativo.
DEL RETRATO AL AUTORRETRATO.
DEL RETRATO AL AUTORRETRATO.
En mi experiencia como retratista he
tenido la oportunidad de conocer en persona de carne y hueso a varios Narcisos,
es decir, a modelos narcisistas confesos. También a exhibicionistas sin perder
la inocencia natural cargada de positivas intenciones. Y sobre todo puedo
constatar que las personas que dan el primer paso para hacer el camino DEL
RETRATO AL AUTORRETRATO, este recorrido
no tiene retorno.
Por Pedro Taracena
El Hombre
La Naturaleza
El Pensamiento clásico
Colección fotográfica realizada con diapositivas fusionadas y reveladas sobre papel cibachrome.
CUANDO LA ESTÉTICA SE CONVIERTE EN SENSUALIDAD
Dedicado a JAM MONTOYA
Desde siempre le he admirado y considerado como mi gran referente humanista. Me ha hecho descubrir que la transgresión es una herramienta para conseguir la libertad individual. Una vez que la persona va deslindando su camino de complejos personales y prejuicios impuestos por la sociedad y el poder, la recompensa viene dada por la seguridad en sí mismo, la madurez y el descubrimiento de valores que estaban ocultos por el espejismo de otros. Por ejemplo, ahora estoy profundizando en el retrato, y a través del Renacimiento he descubierto que la estética está hueca y sin embargo la sensualidad permanecía oculta detrás de esa máscara. El imperio de los sentidos es un poder constituido para ser descubierto personalmente. La sensualidad, la sexualidad, el erotismo y la llamada pornografía, son valores que cada persona los tiene que interiorizar y poner en signo positivo. Porque los poderes castrenses y castrantes del franquismo y del nacionalcatolicismo pretenden seguir en vigor.
En estos días estoy repasando tres libros muy significativos: SANCTORUM, FROM ME TO YOU de JAM Montoya y ECCE HOMO de Antonio Salazar. Los considero como una oda a la asignatura pendiente aprobada, y constituyen la victoria sobre el poder siniestro de la religión y la política.
Cuando contemplo en mi propia trayectoria las etapas superadas, siento una satisfacción profunda y dispongo virtualmente de un proyecto para vivir otra vida plena a modo de prórroga concedida…
La obra de JAM Montoya siempre ha sido savia que ha vivificado mi sensualidad, pero en esta última etapa es la consumación del Renacimiento trasnochado que nunca llegó a España en su pleno vigor. La sensualidad y la sexualidad no entienden de géneros. Dos sexos (genitales) para la procreación pero con una sola sexualidad. Donde el universo del imperio de los sentidos es infinito. Adentrarse en ese mundo interior que habita en nosotros mismos es impresionante y sorprendente… Es el verdadero concepto de la espiritualidad, la interioridad del ser humano.
El lenguaje de los cuerpos en libertad a través de los cinco sentidos, desvanece todos los tópicos impuestos por nuestros ancestros. El sentir con libertad y el consentir con gozo es la consumación de nuestra libertad, nuestra madurez, muestra seguridad y muestra felicidad en suma, cultivando las sensaciones conscientes en cada instante.
Por último la fotografía de Josemaría Escrivá de Balaguer, es el símbolo de mi propia trayectoria vital. Yo leía Camino y además me lo creía. Yo fui un ferviente católico y además me lo creía. Yo soporté convencido de que era el camino de mi salvación, la frustración sensual y la castración sexual. Por estos motivos la imagen de monseñor con un tío empalmao en sus manos, es el símbolo de la victoria de la libertad sobre la represión.
Este autorretrato quiere simbolizar mi tendencia hacia la total desnudez de las vestiduras hipócritas, del fanatismo que huye del uso de la razón.