100 aniversario de su nacimiento
La obra oculta y postergada del fotógrafo Vicente Nieto Canedo, ha sido dada a conocer de forma oficial y fehaciente en 2011. Cuando Robert Doisneau cumplía 100 años, a Nieto sólo le falta un año para llegar al siglo (Ponferrada 1913). A medida que la obra de este fotógrafo maldito se ha dado a conocer, ha habido varios fotógrafos que han hecho una paralelismo sin complejos y sin prejuicios con Robert Capa y Robert Doisneau. Se puede discrepar pero ¿quién es capaz de erigirse con calificaciones o descalificaciones absolutas?
Hoy Nieto está recuperado para la fotografía española. Pero aún están en las cunetas muchos fotógrafos de su generación, para vergüenza nacional. El día de hoy 14 de abril de 2012 su bitácora ha alcanzado 8768 entradas de internautas: España, Francia, Estados Unidos, México y de otros 25 países de América y Europa.
A propósito de este evento, he tenido un sueño:
He soñado que celebrábamos todos los aniversarios de los fotógrafos que en nuestra España han sido. Con exposiciones documentadas y organizadas por comisarios doctos en el conocimiento de los autores y sus obras. Por supuesto que nos llenaba de gozo contemplar que la obra de todas las generaciones de fotógrafos estaba a buen recaudo. Una muestra nacional con ramificaciones autonómicas y locales daba buena cuenta de la Fotografía Española de todos los tiempos. Esta vocación pública de todos los gobiernos de cualquier signo, había conseguido igualar, y en no pocos casos superar, el conocimiento de los fotógrafos españoles a los foráneos. El afán de conservar, investigar, catalogar y divulgar las fotografías de los fotógrafos españoles, desbordaba las fronteras de lo púbico, y llegaba a coleccionistas enamorados de la fotografía que sin renunciar a su ánimo de lucro propio de toda iniciativa empresarial, cuidaban con esmero, más aún con generosidad, el patrimonio fotográfico que por varios canales habían llegado a su poder. Habían inventariado y mantenido una predisposición permanente para su divulgación. Mi sueño tampoco omitía el reconocimiento a la labor encomiable, que las sociedades fotográficas albergadas en Educación y Descanso, habían prestado al devenir fotográfico con más de un siglo de historia. No solamente estas asociaciones que procedían del Movimiento Nacional, sino otras de origen privado. Para algunas de ellas un protocolo concedido por la realeza, les permitía ostentar el título de, Real. Entre ellas, brillaba con luz propia la centenaria Real Sociedad Fotográfica de Madrid. Esta sociedad había sido testigo de todos los movimientos fotográficos acaecidos en el siglo XX. Y de todos ellos podía dar puntual cuenta. Obraba en su poder una biblioteca y una fototeca con toda clase de soportes fotográficos. Una dinastía de grandes fotógrafos que prestaron sus servicios a las juntas directivas de estas organizaciones, había sido capaces de inventariar, conservar y divulgar: el pictorialismo, el neorrealismo, los fotógrafos de la mítica Escuela de Madrid y de sus grupos de trabajo La Colmena y La Palangana. Este sueño que me regaló Morfeo llegó más lejos. La fotografía española tenía su lugar dentro de la historia del arte. La era digital, lejos de contaminar o eclipsar la fotografía clásica o analógica, ésta se podía mostrar por todo el país, sólo superada por los museos de pintura clásica. Los museos de arte moderno destinaban en lugar prioritario para la fotografía creativa y documentalista de fotógrafos hispanos. Alguna fundación o galería privada daban paso a fotógrafos americanos y europeos.
Pero como dijera Calderón. La vida es sueño, y los sueños, sueños son. Al contemplar el regocijo universal por el 100 aniversario del nacimiento de Robert Doisneau, fotógrafo francés, la realidad de la fotografía española es un espejismo, un sueño.