Robert Doisneau 1987 (Foto por Gerárd Monico, Rapho)
Anoche tuve un sueño…
Soñé que celebrábamos todos
los aniversarios de los fotógrafos que en nuestra España han sido. Con
exposiciones documentadas y organizadas por comisarios doctos en el conocimiento
de los autores y sus obras. Por supuesto que nos llenaba de gozo contemplar que
la obra de todas las generaciones de fotógrafos estaba a buen recaudo. Una
muestra nacional con ramificaciones autonómicas y locales daba buena cuenta de
la Fotografía Española de todos los tiempos. Esta vocación pública de todos los
gobiernos de cualquier signo, había conseguido igualar, y en no pocos casos
superar, el conocimiento de los fotógrafos españoles a los foráneos. El afán de
conservar, investigar, catalogar y divulgar las fotografías de los fotógrafos
españoles, desbordaba las fronteras de lo púbico, y llegaba a coleccionistas
enamorados de la fotografía que sin renunciar a su ánimo de lucro propio de
toda iniciativa empresarial, cuidaban con esmero, más aún con generosidad, el
patrimonio fotográfico que por varios canales habían llegado a su poder. Habían
inventariado y mantenido una predisposición
permanente para su divulgación. Mi sueño tampoco omitía el reconocimiento a la
labor encomiable, que las sociedades fotográficas albergadas en Educación y
Descanso, habían prestado al devenir
fotográfico con más de un siglo de historia. No solamente estas asociaciones
que procedían del Movimiento Nacional, sino otras de origen privado. Para
algunas de ellas un protocolo concedido por la realeza, les permitía ostentar el
título de, Real. Entre ellas, brillaba
con luz propia la centenaria Real Sociedad Fotográfica de Madrid. Esta sociedad
había sido testigo de todos los movimientos fotográficos acaecidos en el siglo
XX. Y de todos ellos podía dar puntual cuenta. Obraba en su poder una
biblioteca y una fototeca con toda clase de soportes fotográficos. Una dinastía
de grandes fotógrafos que prestaron sus servicios a las juntas directivas de
estas organizaciones, había sido capaces de inventariar, conservar y divulgar:
el pictorialismo, el neorrealismo, los fotógrafos de la mítica Escuela de Madrid
y de sus grupos de trabajo La Colmena y La Palangana. Este sueño que me regaló Morfeo
llegó más lejos. La fotografía española tenía su lugar dentro de la historia
del arte. La era digital, lejos de
contaminar o eclipsar la fotografía clásica o analógica, ésta se podía mostrar
por todo el país, sólo superada por los museos de pintura clásica. Los museos
de arte moderno destinaban en lugar prioritario para la fotografía creativa y
documentalista de fotógrafos hispanos. Alguna fundación o galería privada daban
paso a fotógrafos americanos y europeos.
Pero como dijera Calderón. La vida es sueño, y los sueños, sueños son.
Al contemplar el regocijo universal por el 100 aniversario del nacimiento de
Robert Doisneau, fotógrafo francés, la realidad de la fotografía española es un
espejismo, un sueño.
HOY 14 DE ABRIL DE 2012 SE CELEBRAN LOS 100 AÑOS DEL NACIMIENTO DE
ROBERT DOISNEAU